Un proyecto turístico apto para no cardiacos.
Es la media noche en algún barrio viejo de León, en Muy Muy o en algún camino polvoso en Telica; a lo largo el chirrido de una carreta vieja, acercándose cada vez más; personas sobre la carreta van repartiendo candelas a los pocos que deambulan a esa hora.
De pronto, la candela se convierte en un hueso humano y las personas en esqueletos andantes.
En Monimbó, media docena de nerviosos dicen ver bultos o sombras; escuchar gemidos o como si alguien los llamara. ¡Se aparecen los ahuizotes en Masaya!
En algún otro rincón de Nicaragua salen las Ceguas despojadas de su piel y atraen a los borrachitos que andan de vagos a altas horas de la noche.
Sin duda Nicaragua tiene un sinfín de leyendas urbanas y rurales que son un atractivo turístico real.
Carnavales de fin de semana contando y personificando a estos imágenes tan controvertidas de la mítica nacional; conservando y difundiendo el folklore entre extranjeros, y por supuesto entre las nuevas generaciones de nicaragüenses, quienes están aislados completamente de estos relatos… relatos que siempre mantienen ocupada la imaginación.